lunes, 19 de febrero de 2018

"Mi viaje a África"

El Cafecito de hoy
"Mi viaje a África"

El pasado sábado por la noche regrese de mi viaje misionero a la ciudad de Lamin. Una ciudad situada en la parte central de Gambia en el continente africano. Ahora entenderás porque estos días no había estado escribiendo el cafecito. Gambia es un país muy pobre con apenas 2,165,403 habitantes. La mayoría de sus vecindarios no tienen electricidad ni agua. Por eso la construcción de un pozo y un generador eléctrico ha sido una bendición para los habitantes de Lamin, la barriada donde tenemos nuestra escuela.

El comer carne para la mayoría es un lujo. No hay centros de salud en las barriadas, por lo que llegar hasta el hospital se hace imposible para muchos. Los niños carecen de los alimentos necesarios para su desarrollo. El sembrar y cosechar se hace muy cuesta arriba porque solo llueve tres meses en el año. La mayoría de mujeres dan a luz en sus casas, por lo que hay una alta mortalidad de bebes. Las calles carecen de asfalto, por lo que el polvo se adhiere a la piel y a las vías respiratorias.

Pero algo llamo mi atención. Esta gente siempre están sonrientes, amables y afectuosos. En medio de toda su necesidad les brota la felicidad por los poros. Nos invitaban a entrar en sus casas, sentarnos, conversar y tomar té. Nadie tiene nada para si, ellos se comparten de las pocas cosas que tienen entre ellos. En las calles adultos, ancianos, niños y jóvenes te saludan como si te conocieran desde hace muchos años.

¿Como puede alguien en medio de tanta necesidad brindar tantas sonrisas y cariño sincero; y nosotros, que lo tenemos todo, no podemos tener paz y felicidad? Siempre estamos ansiosos por tener mas, sin vivir agradecidos de todo lo que tenemos.

Todos los bienes que podamos conseguir en este mundo son pasajeros. Nada nos podemos llevar de el, pero si hay muchas cosas que dejar. El amor por las personas mas necesitadas es un signo de agradecimiento. Hay quienes solo piensan en ellos y es el acto mas egoísta de un corazón. Así como Dios nos amo, tanto que estuvo dispuesto a entregar su hijo por nosotros, así debería ser nuestro compromiso con los que nos necesitan.

El mundo carece de gente con amor y compasión en su corazón. Envueltos y agobiados en su día a día en busca de la felicidad. Pero aun existe gente como los gambianos, que nos recuerdan que la felicidad no es una meta ni un trayecto. La felicidad es una decisión.

"Pues si uno es rico y ve que su hermano necesita ayuda, pero no se la da, ¿cómo puede tener amor de Dios en su corazón?" (1 Juan 3:17) Es hora de despertar en tu corazón la compasión y el amor por los mas necesitados. Hoy es lunes, día de nuevos retos y nuevas oportunidades.

¿Qué tengas un día bendecido!
Nestor Ortega
http://bit.ly/2CvxJc3

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