El Cafecito de hoy
"Se Ejemplo"
Hace unos años estuve de visita en República Dominicana. Fue un tiempo intenso en el que estuve envuelto en diferentes compromisos musicales y familiares.
Durante este tiempo me acompañó un grupo de amigos que vinieron desde California a un operativo de ayuda social para Navidad. Estuvimos repartiendo comida y juguetes durante una semana.
Uno de los episodios que más me marcó fue en una pequeña comunidad llamada Lechería, un apartado sector donde la gente vive sumergida en la pobreza. Estuvimos repartiendo dulces a los niños y no se imaginan lo que estos hacían por solo obtener un globo o un caramelo. Hacían nuevamente cola y decían que aún no se les había dado; nosotros sabíamos que si, pero igual les volvíamos a dar porque un rato como este no lo tienen muy a menudo.
De repente, una señora tomó a su niña y le dio un par de correazos y le dijo: “Ya a ti te dieron, no seas mentirosa” y se la llevó a la casa. Nos quedamos atónitos por la reacción de la señora, pero uno de mis compañeros entendió la situación. Me dijo: “Lo que la señora acaba de hacer está escrito en Proverbios 22:6: Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él”.
Esta señora en medio de su escasez entendió que la integridad es mas valiosa que cualquier cosa que podamos conseguir fuera de ella. La pobreza no es una excusa para no tener educación, decencia, principios y valores. Puedes venir de una familia humilde, pero debes brillar por tus principios donde quiera que llegues.
Enseñemos a nuestros niños a caminar en el camino de la integridad. Y si nosotros andamos fuera de ella, es tiempo de regresar a su senda. La integridad del hombre se mide por su conducta, no por su profesión ni estatus social.
"Se Ejemplo"
Hace unos años estuve de visita en República Dominicana. Fue un tiempo intenso en el que estuve envuelto en diferentes compromisos musicales y familiares.
Durante este tiempo me acompañó un grupo de amigos que vinieron desde California a un operativo de ayuda social para Navidad. Estuvimos repartiendo comida y juguetes durante una semana.
Uno de los episodios que más me marcó fue en una pequeña comunidad llamada Lechería, un apartado sector donde la gente vive sumergida en la pobreza. Estuvimos repartiendo dulces a los niños y no se imaginan lo que estos hacían por solo obtener un globo o un caramelo. Hacían nuevamente cola y decían que aún no se les había dado; nosotros sabíamos que si, pero igual les volvíamos a dar porque un rato como este no lo tienen muy a menudo.
De repente, una señora tomó a su niña y le dio un par de correazos y le dijo: “Ya a ti te dieron, no seas mentirosa” y se la llevó a la casa. Nos quedamos atónitos por la reacción de la señora, pero uno de mis compañeros entendió la situación. Me dijo: “Lo que la señora acaba de hacer está escrito en Proverbios 22:6: Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él”.
Esta señora en medio de su escasez entendió que la integridad es mas valiosa que cualquier cosa que podamos conseguir fuera de ella. La pobreza no es una excusa para no tener educación, decencia, principios y valores. Puedes venir de una familia humilde, pero debes brillar por tus principios donde quiera que llegues.
Enseñemos a nuestros niños a caminar en el camino de la integridad. Y si nosotros andamos fuera de ella, es tiempo de regresar a su senda. La integridad del hombre se mide por su conducta, no por su profesión ni estatus social.
Seamos ejemplo en palabra y en conducta. Es tiempo que la integridad vuelva a ser importante en nuestro caminar diario.
¡Que tengas un día bendecido!
Nestor Ortega
http://bit.ly/2sZwIci
Nestor Ortega
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