El Cafecito de hoy
"El Gym" (Parte 3)
La mañana de ayer,
como de costumbre en las ultimas semanas, estuve ejercitándome en el gimnasio.
El día de ayer para mi fue espectacular. Es de esos días que sientes que estas
haciendo bien tus ejercicios, te sientes con buen animo y fuerzas para
completar las rutinas. Creo que es el mejor día que he tenido desde que me
reintegre hace unas semanas.
Mientras hacia una
de las rutinas me fije en un señor que estaba en una de las maquinas. Por su
cara, un poco desconcentrado y la manera tan incorrecta en que hacia el
ejercicio, me di cuenta que era nuevo. Me fije también que unos chicos, que
tampoco tenían pinta de tener mucho tiempo ejercitándose, pero se reían del
caballero, pues estaba haciendo muy mal la rutina. Así que sin pensarlo dos
veces me acerque a el y le indique como hacerlo, ya que si seguía de esa manera
podría lastimarse el hombro.
Cuantas veces me he
encontrado con esta misma situación en la vida real. Personas que se ríen y
hasta disfrutan de los errores de los demás. Sintiéndose ellos que pueden
hacerlo mejor. Si cada uno de nosotros mirara hacia atrás para socorrer a los
cansados y agotados en esta carrera de la vida, créeme, viviéramos en un mundo
totalmente diferente a este que vivimos.
Un mundo lleno de egoísmo,
vanidad, egocentrismo, exceso de amor propio y una indiferencia gigantesca
frente a la necesidad de los demás. Si cada vez que tuviéramos la oportunidad
de socorrer a nuestro prójimo lo hiciéramos, nuestro corazón no estaría tan
frio, duro y seco como en este momento. "Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos
se enfriará" (Mateo 24:12)
Hace unos días un joven español murió en los atentados de
Londres. Iba corriendo despavorido para salvar su vida, pero vio a tres
terroristas acuchillando a una mujer. No lo pensó dos veces y con su patineta
intento salvarla golpeando a uno de ellos. Lamentablemente perdió la vida a
manos de los otros dos.
"El amor más grande que uno
puede tener es dar su vida por sus amigos" (Juan 15:13) Aunque esta era una total desconocida, de igual manera su
instinto de ayuda al prójimo no le permitió alejarse sin tratar de ayudar.
Con esto no te digo que tienes que dar tu vida por los demás, mas bien te
pido que la uses para dar vida a quienes lo necesitan. Hay mas de mil maneras
creativas de cómo hacerlo. Solo te pido que tu corazón no enfrié, que tu instinto
de ayuda al prójimo despierte.
Esta claro que no podremos cambiar el mundo, pero si podremos hacer de el
un lugar mejor para nuestros hijos.
¡Que tengas un día bendecido!
Nestor Ortega
http://bit.ly/2t1uJjb
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